Reforma laboral, ¿sindicatos demócratas?
El próximo 30 abril el Senado tomará un receso. Dentro de sus pendientes se enlista la discusión y votación sobre la reforma laboral, la cual ya fue aprobada en la Cámara de Diputados. Esta reforma propone que, por primera vez en su historia, los trabajadores del sector privado en México podrán elegir a sus dirigentes sindicales por voto libre, directo y secreto; incluso en caso de existir dos o más organizaciones sindicales en una misma empresa, con el 30 por ciento de las firmas de sus trabajadores podrán solicitar una consulta organizada por el INE para elegir a quien tendría la responsabilidad de representar a los obreros en las negociaciones de los contratos colectivos, los cuales ahora serían públicos y transparentes.
La reforma laboral implica uno de los mayores cambios estructurales del nuevo régimen en nuestro país, y a la vista de cientos de miles de trabajadores es un acto tardío de justicia con tres elementos destacables. La reforma busca introducir democracia en las empresas, una acción sin precedente en la vida moderna de México, y eso implica democratizar más al país. Es un derecho avalado por la OIT (Organización Internacional del Trabajo, que es una agencia de la ONU fundada en los acuerdos de Versalles al terminar la Primera Guerra Mundial, hace 100 años, en abril de 1919, hoy con sede en Ginebra, Suiza. Su función es conciliar entre Gobiernos, trabajadores y patrones).
Mucho se habla de la corrupción en el Gobierno, pero también hay corrupción en las empresas. El segundo elemento deriva en el combate contra la corrupción en el sector privado, un ejemplo de esto son los “líderes sindicales” que se han enriquecido a costa de las malas condiciones laborales y pésimos salarios que han pactado en contubernio patrones corruptos y líderes cobardes que se venden cínicamente a sus patrones, dándole la espalda a sus representados: los trabajadores. Ahora con esta nueva democracia sindical va a ser más difícil que se corrompan los líderes, y si lo hacen, pues sus trabajadores los podrán tumbar a golpe de votos libres en urnas secretas.
El tercer elemento de la reforma laboral representa una política pública redistributiva, ya que al equilibrase la relación obrero-patronal mejoran las condiciones laborales y, en definitiva, aumenta el salario neto de los trabajadores. Si queremos que nuestra economía crezca, estamos obligados a fortalecer nuestro mercado interno, y eso solo se logra aumentando el poder adquisitivo real de las bases para aumentar su consumo, incluso para fomentar su ahorro. Pero para lograrlo debemos mover la curva de la pobreza mejorando la distribución del ingreso (la riqueza), y en ello el salario real de los trabajadores es crucial.
Por último, hay que tener claro que la reforma laboral también es un compromiso internacional con EUA y Canadá, ya firmado por México en el marco del nuevo tratado comercial T-MEC cláusula 23-A, y en caso de no cumplirlo y aprobarlo en el Senado en México, le darían a los republicanos y a la mayoría demócrata en el Congreso estadounidense el pretexto perfecto para tumbar el tratado; recordemos que la carrera presidencial 2020 en EUA ya está en marcha, y México ha sido cada vez más un factor electoral, y un T-MEC que implica más de un billón de dólares anuales de transacciones comerciales sin duda no va a pasar desapercibido para los tomadores de decisiones en el Gobierno y en las campañas presidenciales en EUA.
Nos tardamos más de 50 años para llegar a esta reforma, es un acto de justicia para los trabajadores mexicanos y nos conviene a todos porque fortalece nuestra democracia y nuestra economía. Llega tarde esta reforma, sí, pero más vale tarde que nunca. Espero que en el Senado la “oposición del PRI y PAN” lo tenga claro. Bienvenida la reforma laboral en México, en hora buena.