OPINIÓN

Reflexiones de aspirante a buen vecino

Y a ti, ¿qué te preocupa?
Seguro en tu vida diaria te has topado con personas que no les inquieta mucho lo que acontece a su alrededor.

Es muy posible que, en sentido opuesto, hayas conocido individuos que se alteran sin motivo. En medio de estos 2 extremos estamos situados la mayoría de los habitantes de este mundo.

Conocer qué es lo que nos preocupa resulta muy ilustrativo. Existen diversidad de fuentes de información al respecto.

Haré mención de 2 de ellas para 2 segmentos de edades en los que las prioridades cambian con el tiempo: niños y adultos.

De acuerdo con la prueba PISA, que aplica la OECD sobre el desempeño estudiantil dentro de la población infantil, en su versión 2015, el 79% de los niños mexicanos se preocupaba por sacar malas notas en clase. El 48% se sentían muy mal cuando no se han podido conectar a internet.
Kantar World Panel México, una compañía especialista en interpretación de datos, lanzó una encuesta vía web el año pasado preguntando el motivo de las más grandes ansiedades en el mexicano. En este ejercicio, el 65% de los adultos contestaron que les quita el sueño la violencia y la inseguridad.
Tomando en cuenta los datos de los estudios que he mencionado, podríamos suponer que en nuestro país a la mayoría de nosotros nos preocupa algo. En ese ranking de congojas, los índices del delito están en la parte más alta.

En un curso al que acudí hace algunos años me ensañaron sobre mantenimiento preventivo y correctivo. Me dijeron, en ese entonces, que el costo de corregir es mucho más alto que el de prevenir. Recuerdo que me lo explicaron con el cuidado del vehículo. “Es mucho más económico, rápido y práctico, cambiarle el aceite y darle su servicio en su tiempo, que después pagar por que se desvíelo”, afirmaron.

Esta capacitación a la que hago referencia cobra vida al tratar de extinguir las causas de nuestras principales preocupaciones: la inseguridad. La prevención del delito siempre será menos costosa y más efectiva que su tratamiento posterior.

Lilian Chapa Kolofon, especialista en seguridad ciudadana y escritora de estos temas para la revista Nexos, dice que “prevenir el delito es evitar la comisión de este tipo de actos por medio de estrategias que: 1) disuadan a delincuentes potenciales; 2) atiendan de raíz las causas de la criminalidad; 3) disminuyan las oportunidades para cometer delitos, o; 4) sancionen a quienes ya los cometieron.

Esta lista de 4 puntos es, en la analogía del vehículo, el cambio de aceite y la afinación. La estrategia 2 y 4 de la lista de Lilian son muy del gobierno. Pero la 1 y la 3, hacer cambiar de opinión a delincuentes potenciales y reducir las oportunidades para los delitos, siento que están muy al alcance de nosotros, los ciudadanos de a pie. Lo explico. Mucho muy sencillo será prevenir la comisión de un delito patrimonial, por ejemplo, si aseguramos bien nuestros bienes. Buenas cerraduras, alarmas y mecanismos que alejen al victimario son útiles.

Mucho más seguro será no exponernos frente a una situación de riesgo potencial al transitar por una calle con luz en lugar de una en tinieblas. Dicen los convictos que han sido entrevistados que muchas de sus primeras fechorías las han cometido por la oportunidad del momento.

Es muy posible que alguno de los que me escuchan en este momento tengan un conocido, pariente o vecino, que es delincuente potencial: Alguien que si no ha cometido delito está a punto de hacerlo. ¿Hasta qué punto tu palabra, tu consejo, tu ejemplo, tu ayuda, tu abrazo, podría cambiar el rumbo de este delincuente potencial?

Les propongo algo. ¿Y si nos preocupamos menos y nos ocupamos más?

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