CULIACÁN

‘Con que me den las medicinas’

Familiares de pacientes del Hospital Pediátrico pasan penurias para que sus hijos salgan pronto

La calle se volvió su hogar y las banquetas no son opción. Es la única forma de conciliar el sueño en momentos donde la salud de sus hijos tiende de un hilo.

Algunos tienen la oportunidad de ir a sus hogares a comer o descansar, otros son foráneos, personas que su único refugio es el hospital, las 24 horas permanecen fuera del área de urgencias del Hospital Pediátrico de Sinaloa. ¿Su meta? salir de ahí con sus pequeños sanos.

El padre de un menor, lleva cinco días durmiendo en una hamaca en el camellón del hospital, al ser de un poblado retirado de Culiacán, permanece sentado ahí, en la espera de buenas noticias.

“Aquí pasa la noche uno, si no tenemos dónde dormir ahí están las bancas, llega gente que no tiene donde quedarse y aquí están, no le dicen nada. En la madrugada están los guardias dando rondines. A mí la verdad el hospital me ha ayudado mucho, soy de escasos recursos, nomás con que no me cobren las medicinas, no tengo capital para pagar. Para qué les voy a decir que necesito un mejor lugar para dormir si me doy por bien servido con que me den las medicinas, con eso estoy ganando.”

Algunos no sienten el transcurrir de los días, la espera por lograr ver con una sonrisa a sus internos hace que sientan que vale la pena pasar la noche en las afueras del sanatorio.

Al ser tantas las familias que están en el lugar, el albergue del Pediátrico no abastece, sin embargo, algo que ha ayudado a los familiares de escasos recursos es el comedor voluntario.

Con 20 pesos, personas pueden adquirir un platillo balanceado para que sus defensas no bajen y no se enfermen al tener que pasar días durmiendo en las calles.

Elizabeth López Rojo, voluntaria por más de 11 años en el Hospital Pediátrico de Sinaloa, colabora en el comedor para que familias que atraviesan una situación difícil puedan alimentarse en un sitio seguro.

“Yo fui una de ellos, solo que menos afortunada porque mi hija murió. Tenemos un año ayudando a los papás de niños hospitalizados porque veíamos que se atendía al niño enfermo pero estábamos descuidando algo muy importante para el que son los padres de familia, aparte de que le damos alimentación nutritiva, buena y barata no comen en la calle. Si ellos comen y duermen en el camellón adquieren muchas bacterias.”

Aunque 20 pesos es para algunos una cantidad accesible, hay quienes prefieren no gastar, por si llegan a solicitar algún medicamento.

Algunos días son buenos, otros no tanto. La fe les da valor para enfrentar el hambre y que no sea obstáculo para permanecer en la espera de una frase que todos quieren escuchar: “su hijo está sano, puede llevarlo a casa.”

 

Con información de Heidi Fonseca

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