Autoconocimiento, el primer paso hacia el cambio
Preguntas profundas como: ¿Quién soy? ¿qué quiero? ¿cuál es el camino que debo o quiero seguir? Son primordiales para las acciones y decisiones que tomamos día con día para lograr nuestros objetivos. Sin embargo, resulta que en ese día a día estamos tan cubiertos de actividades de diferentes tipos que no nos permitimos (y el argumento es no nos permitimos porque nosotros somos los que controlamos nuestra agenda), considerar un espacio para detenernos unos momentos en analizar y planear de manera personal nuestra actitud, fortalezas, debilidades, errores y aprendizajes, los cuales impactan en todos los aspectos de nuestra vida, en nuestras decisiones, desde la carrera profesional que voy a elegir, las características de la pareja con la que quiero compartir mi vida, a qué me quiero dedicar, si voy a ser empleado o empresario, entre muchas otras cosas, y queda claro que del querer al poder hay una brecha, y es necesario determinar lo que se requiere para poder llegar de donde estoy en estos momentos a eso que quiero, y lo que tengo que modificar en mi para lograrlo.
Para eso necesitamos tener claro el autoconocimiento, que abarca el hacer una reflexión sincera, si no hay honestidad de por medio no hay crecimiento, debe ser una reflexión sincera y humilde, para reconocer los puntos en los que no estoy haciendo las cosas de la mejor manera.
Debemos trabajar en lo siguiente:
– Las emociones y nuestra manera de actuar tiene un impacto que genera una consecuencia negativa o positiva. Las emociones no son el problema, lo que hacemos cuando sentimos esas emociones es lo que puede generar problemas. Un ejemplo claro es cuando sentimos enojo, y gritamos, el problema no es sentir enojo, es gritar por el enojo que sentimos, dado que no lo controlamos
– Identificar las fortalezas y de manera muy particular las debilidades, es muy importante no confundir fortalezas con debilidades y viceversa.
– Los puntos ciegos, los que yo no veo pero que están ahí, las demás personas los perciben pero yo no, para eso son importantes las retroalimentaciones, tener una escucha activa y estar abierto a la mejora de nuestras áreas de oportunidad, cuidado con los que siempre nos dicen que hacemos todo excelente, probablemente no sea del todo sincero, siempre hay algo que podemos mejorar en algún aspecto de nuestra vida.
– Evitar tomar las cosas personales, cuando alguien nos dice algo y nos enojamos o empezamos a criticar a la otra persona argumentando que cómo nos está diciendo eso si ellos cometen otro tipo de errores, no estamos pensando con claridad por la ofuscación de una sentida ofensa, si esto nos pasa es complicado, dado que en la organización, cuando atendemos a un cliente y este nos reclama por algo y nosotros no somos los responsables, no podemos reclamar o juzgar al cliente, mucho menos gritarle, tenemos que tener la tranquilidad de explicar, de iniciar un proceso de recuperación del cliente ante la queja presentada, dado que en algún punto el servicio no se dio debidamente.
Queda claro que solo puedo cambiar aquello que reconozco que requiere un cambio, tal como lo decía William Shakespare “El conocimiento más sabio y útil es conocerse a sí mismo”, y es a partir del análisis de ese conocimiento personal que puedo generar cambios que impacten de manera positiva en el entorno en el que me desenvuelvo.
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Bibliografía:
Goleman, D. (1998) La práctica de la inteligencia emocional. Editorial Kairós, S.A. Barcelona.
Goleman, D. (2005) Inteligencia emocional en el trabajo. Editorial Kairós. Barcelona.