A qué jugaban los políticos. Estas son sus historias
Ay, la niñez. Decía el escritor italiano Ippolito Nievo que la razón se hace adulta y vieja, pero el corazón permanece siempre niño.
Y aunque para muchos la niñez es parte de la nostalgia, de aquel pasado que nos lleva de nuevo a esa etapa en cada recuerdo, siempre hay momentos que nos convocan a anécdotas, a esas ocurrencias de niños que hoy nos hacen esbozar una sonrisa, como al secretario de Salud, Efrén Encinas.
“Mi papá me dejó encargada la tienda porque tuvo que ir a casa él de carrerita, y bueno, a mí de niño se me hizo fácil y le encargué yo a don Esteban la tienda también. Le dije –Don Esteban ¿me cuida la tienda?, ahorita vengo- y agarré dinerito de la cajita y pues me fui a la tiendita a comprar mi juguete que me había gustado, pero pues me encuentro a mi papá de regreso”, comentó Encinas.
Todo tiempo pasado fue mejor. No solo es una frase, es la percepción de aquellos que aprendieron a disfrutar cada instante, cada paseo, sin importar las limitaciones materiales cuando lo que se desbordaba era el amor familiar, tal y como lo recuerda la directora de Turismo de Culiacán, Patricia Elenes.
“No teníamos nosotros la oportunidad de ir a la playa cuando era niña, pero sí irnos al zoológico con la familia, con mi madre, con mi padre, con mis hermanos, y eso yo lo disfrutaba muchísimo. Disfrutar a mi familia, salir con ellos a donde fuéramos, pero siempre en familia”, recordó la funcionaria municipal.
Quién no disfrutó de una exquisita visita familiar al rancho, con todos los chiquillos jugando disfrutando de aquel Sinaloa de antaño, como lo hacía el secretario de Desarrollo Social, Álvaro Ruelas.
“En una comunidad, Zapotillo se llama allá en San Miguel, en Ahome, nos llevábamos toda la familia jugando, y jugábamos en el campo, jugábamos con animales y demás. Yo creo que es ese de los recuerdos más bonitos, la convivencia que teníamos en el campo con la familia de niños”, platicó Ruelas Echave.
A algunos les gustaban las canicas, a otros los carritos, a otros más los dulces, los regalos de navidad, en fin. Todo mundo tenía un juguete o artículo favorito, aunque algunos lo usaban poco para no descomponerlo, como el alcalde de Culiacán, Jesús Estrada Ferreiro.
“Mi abuela me compró una vez en navidad un jeep militar con un remolque y una ametralladora de postas y jugué dos veces con él porque no me dejaban sacarlo porque se descomponía. Lo debe de tener un nieto mío”, relató el munícipe.
Y es que remontarnos a la niñez también nos hace reconocer los lazos de aquellos que desde entonces comparte gustos, aficiones y actividades, como la Presidenta del Sistema DIF Sinaloa, Rosy Fuentes.
“Mi papá y mi mamá así eran, entonces así en familia yo me acuerdo mucho de mis tíos siempre bailando. Después mi esposo me pregunta o me reclama que por qué no lo enseño a bailar y le digo es que yo no sé enseñar a bailar, no es de que te diga. Yo aprendí tan chiquita con mis tíos que me ponían a bailar desde rock and roll, cha cha chá, nomás fe faltó el tango”, comentó Rosy Fuentes.
A veces muchos momentos que por sí solos fueron dolorosos, ahora resultan graciosos, pues los accidentes, las fracturas o las caídas siempre acompañan a la niñez, pues en medio del juego a veces no se miden los riesgos, como le sucedía al gobernador Quirino Ordaz.
“Era muy accidentado. Recuerdo que en la primera comunión iba con el pie y con el brazo enyesado, pero varias veces me rompí los brazos y las piernas, tenía mucha fractura. En bicicleta me caí varias veces, me encantaba andar en bicicleta”, relató Ordaz Coppel.
Todos, en algún momento, tenemos remembranza de esa niñez, que a veces nos pasa de largo, pero que siempre vive ahí, en un lugar especial de la memoria y que este 30 de abril hemos intentado despertar.
Decía el gran poeta Pablo Neruda que el niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta.
Con información de Cristina Medina, Liliana Rodríguez, José Luis Pérez