OPINIÓN

Violencia feminicida: durmiendo con el enemigo

El mayor peligro al que pueden enfrentarse las mujeres está en sus propios hogares. Así lo confirman estudios de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito al encontrar que más de la mitad de las mujeres víctimas de homicidio son asesinadas por su pareja o parientes cercanos. Siete mujeres mueren diariamente en México, según datos de la ONU.
La violencia de género, incluida la violencia feminicida, es un problema global que constituye una de las peores manifestaciones que derivan de las condiciones de pobreza, desigualdad y discriminación que prevalece en la sociedad actual.
A lo largo de su vida las mujeres sufren distintos tipos de violencia y maltrato: en el hogar, en la escuela, en el trabajo, en el espacio público, en la política, en el ciberespacio y hasta en las instituciones. Lamentablemente las niñas no escapan a esta cruda realidad.
Es innegable que en las últimas décadas se ha avanzado mucho en la construcción de un marco jurídico robusto y en la consecuente creación de estructuras institucionales para el empoderamiento de las mujeres, logrando incluso mecanismos como la Alerta Contra la Violencia de Género, única en el mundo, que debió vencer grandes resistencias políticas para ver su luz y que actualmente ha sido declarada en 17 Estados de la República, incluido Sinaloa. Pese a todo ello, las agresiones y abusos contra mujeres, sean niñas, adolescentes o adultas, no paran en todo el territorio nacional.

Alexia Marisol, tenía 2 años cuando murió a causa de múltiples golpes.

Daren Yarley, tenía solo 11 meses de edad cuando ingresó al hospital con 23 fracturas en la cabeza, quemaduras en ambas plantas de los pies, golpes en la espalda y lesiones en las piernas, las cuales le provocaron la muerte.

Ángeles Rosmery, de tan solo 7 meses murió también a consecuencia de múltiples golpes.

Briana, tenía 2 años cuando los golpes le arrebataron la vida.

Alondra, tenía 16 años y un embarazo de 4 meses de gestación cuando murió apuñalada.

Éstas y muchas otras muertes inocentes tienen un denominador común: estuvieron durmiendo con el enemigo. A decir de las autoridades, los homicidas son padrastros, parejas o personas muy cercanas a la familia.

La violencia hacia las mujeres y niñas en México tienen raíces muy profundas y se presenta en todos los ámbitos. Como bien dice la reconocida académica y activista venezolana, Dra. Evangelina García Princes: “…no solo se trata del cambio organizacional, que es en lo que mucho hemos avanzado en los últimos años… necesitamos que esto llegue a la gente, que no tengamos que enseñar a las niñas a defenderse, sino que más bien, enseñemos a los niños a ver a las niñas en un plano de igualdad y respeto”.

La Organización de las Naciones Unidas a convocado a los gobiernos a realizar compromisos que pongan fin a la desigualdad, con el propósito de lograr que todas las mujeres y las niñas tengan las mismas oportunidades y los mismos derechos de aquí al 2030, un desafío que por su magnitud debemos asumir como sociedad. ¿Te sumas?

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