Nieves del Santuario, una cremosa tentación
Sentado en la esquina de las calles Ángel Flores y Donato Guerra, a los pies de la iglesia Sagrado Corazón de Jesús o Santuario, Humberto Félix pasa las tardes vendiendo nieves de garrafa, tal y como se ha hecho desde 1950.
Una silla, un carrito y una sombrilla que apenas consigue cubrirlo del sol se han vuelto sus fieles compañeros por 12 años. A diario pasa nueve horas consintiendo el paladar de quienes llegan de pasadita o los que se toman el tiempo para platicar. Incluso los que llegan a esperar el camión no dejan pasar la oportunidad de degustar una nieve de ciruela, vainilla o limón, o porque no una combinación de las tres. Es inevitable caer en la tentación de romper la dieta.
Don Humberto cuenta que a él sólo le toca aguantar el sol y el calorón que se vive en Culiacán, y que la elaboración de las nieves corre por cuenta de la familia del señor Juan, un hombre que hace 67 empezó este pequeño negocio, mismo que lleva por nombre Nieves La Tapatía Don Juan del Santuario.
Entre risas, asegura que estas nieves garrafas son las mejores, y que así lo sustentan los cientos de culiacanenses que llegan a comprarle.
Las nieves que vende Don Humberto se distinguen por su sabor y cremosidad. La consistencia que estas tienen ayuda a que tarden en derretirse. De los tres sabores que resguarda en su carrito diseñado para conservar estas mezclas heladas, el de ciruela es el preferido. Este lleva pequeños trozos de fruta que al momento de comerlos refuerzan el sabor en el paladar.
En los más de diez años que Humberto ha pasado en esta esquina, le ha tocado vivir un sinfín de experiencias, mismas que guarda con recelo. Él prefiere contar las algunas de las historias que vivió el fundador de este micro negocio, al que la mayoría de los ‘culichis’ conocen como las nieves del Santuario.
A partir de las 11:00 de la mañana y hasta las 8:00 de la noche, Don Humberto pasa vendiendo las nieves de garrafa o bien las nieves del Santuario.
Con información de Cristina Medina