OPINIÓN

Las redes sociales, una forma distinta de hacer política

Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación son un reto a la imaginación y la creatividad, ya que por arte que se antoja de magia convierten en una realidad tangible y cotidiana el prodigio de que todos los seres humanos vivamos en una aldea global, como dijera el canadiense genial Marshall McLuhan que proclamó: “el medio es el mensaje” y asentó: “que el conocimiento y sus aplicaciones técnicas sirvan no para el simple fin de acumular capitales y de ganar en el mercado, sino para crear una competitividad más alta: el de la formación intelectual, ética y artística de los individuos”. Le faltó especificar: y la formación de la conciencia política individual y colectiva.

Gracias al internet todos somos emisores y receptores, como en la plaza pública de Atenas, hace 2500 años en el ágora de la Grecia Clásica de Pericles en que todos eran iguales, aunque no tenían derecho a participar mujeres ni esclavos. Se reunían 100 o 200 atenienses, intercambiaban ideas a gritos y soltaban todo lo que traían en su ronco pecho, como ahora, en que cualquiera se siente con ínfulas y lanza insultos al presidente de la República y a su familia, con una audiencia potencial de millones de personas en todo el globo terráqueo. Y no pasa nada, a diferencia de aquellos tiempos, en que se podía discutir acaloradamente, pero al que injuriaba se le condenaba al ostracismo.

Existe hoy una clara tendencia a la dispersión del poder y de la autoridad, y cada vez es más necesaria la comunicación en un doble sentido, no solo de arriba hacia abajo y del centro a la periferia; sino de ida y vuelta, de abajo hacia arriba y de la periferia al centro. No es suficiente la voz de uno de los polos, sino que es necesaria la retroalimentación y la discusión interactiva. Los liderazgos autoritarios, aislados y cerrados son cada vez más difíciles de sostener. Esto es aplicable a grupos y organizaciones de toda índole, pero también a escala macro, nacional, o sea, de un país entero.

Esto plantea la posibilidad de hacer política de una forma completamente diferente. Barack Obama fue electo presidente gracias a las redes sociales, que desbordaron en las primarias al caucus del Partido Demócrata que estaba a favor de Hillary Clinton. Y Obama fue el candidato de las redes, también en la contienda general contra el republicano John McCain, un héroe de guerra.

Lo vimos también en Italia con Silvio Berlusconi cuando hizo el plebiscito de las cuatro leyes para protegerse de los juicios que tenía en contra. La televisión italiana no pasó ni un solo debate de ese plebiscito. El objetivo era que la gente no se enterara porque en Italia tiene que haber un tanto por ciento que vaya a las urnas para que la votación sea válida. Se hizo a escondidas para que la gente no fuera a votar. Pero la ciudadanía se puso de acuerdo por Twitter y por las redes sociales, sin las cuales nadie habría sabido del plebiscito.

Twitter y Facebook también jugaron un papel determinante en la denominada Primavera Árabe, la serie de rebeliones populares que derrocaron a los Gobiernos dictatoriales de Hosni Mubarak de Egipto y de Muammar Kadhafi de Libia, que parecían inamovibles con más de 30 años enquistados en el poder. Y mención especial merece el papel desempeñado por las benditas redes sociales en el triunfo del presidente Andrés Manuel López Obrador, que supieron contrarrestar el cerco mediático y el golpeteo propagandístico implacable de los adversarios.

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