CULIACÁN

La Novia de Culiacán, recuerdo que ha sido denigrado.

No era una persona sin cordura, Lupita Leyva Flores, mejor conocida como la novia de Culiacán, era una mujer de modales rectos, devota a la iglesia y sobre todo a su amor, que expresaba de una manera particular.

Todos los domingos, con su vestido blanco de novia, se dirigía a Catedral a casarse, pero sin su pareja, sin su Jesús, ya que este fue asesinado.

Lo importante es que ella fue devota hasta su muerte a ese amor a Jesús.

Quienes la conocieron en sus últimos días, atestiguan que se podía mantener una charla perfectamente con ella, solo que se molestaba cuando su interlocutor no se portaba con cortesía.

Pero hay quienes se visten e interpretan a la Novia de Culiacán de una forma denigrante, a veces con un cigarro o con alcohol, acompañada de la banda, señala Jorge Luis Hurtado Reyes.

El artista plástico y encargado de montar un altar en su honor en la Casa de la Cultura de la UAS, lamenta que se le represente de una manera tan alejada de la realidad.

Lupita es un ícono de Culiacán, un testimonio vivo de una devoción completa a un amor y como tal merece cariño, respeto y admiración.

La Novia de Culiacán, Lupita, no debe ser olvidada.

Con información de Luis Gerardo Magaña 

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