La diversidad y la inclusión
Por Víctor Alarcón
“Vi a un hombre desde lejos y me pareció que era un enemigo; después se acercó y entendí que era un amigo; finalmente lo vi a la cara y era un hermano”.
Mahatma Gandhi (1869-1948)
Como lo hemos comentado en anteriores ocasiones, la diversidad consiste en el conjunto de la enorme variedad de diferencias respecto a las personas que nos rodean, y que nos hacen únicos: nuestro origen étnico, religión, cultura, aspecto físico, lengua, ideas o personalidad son algunas de ellas. Todas estas variables hacen que la diversidad de individuos y características sea prácticamente infinita. La diversidad es una realidad y aceptarla supone reconocer en el otro (las demás personas) lo que muchas veces decimos de nosotros: que somos únicos, individuales e irrepetibles.
La diversidad se manifiesta a través de una gran pluralidad de identidades y de la expresión de rasgos distintivos como los modos de vida, las costumbres, las tradiciones y las creencias. La diversidad cultural forma parte del patrimonio de la Humanidad; respetarla y preservarla es una obligación de todos, que facilita la convivencia pacífica y al desarrollo de la humanidad.
Sin embargo, la diversidad puede parecer un inconveniente cuando los prejuicios que se tienen sobre otros grupos ciegan nuestra capacidad de convivencia. Ante el reto de la diversidad existen dos posibilidades: que se genere reconocimiento e inclusión o bien rechazo y discriminación.
El valor de la diversidad está íntimamente relacionado con el valor de la inclusión, pues no es suficiente con aceptar nuestras diferencias: también es necesario incorporar a todas las personas, independientemente de su identidad, a la vida social, al trabajo, a la educación, a la política, y asegurarnos de que tienen igual acceso a los derechos y oportunidades que el resto de la sociedad.
Ante una situación de desigualdad, en la que no todas las personas cuentan con las mismas oportunidades, la inclusión juega un papel fundamental para establecer condiciones de justicia social y mejorar las condiciones de vida de los colectivos más vulnerables. Alcanzar una situación de inclusión consistiría en que todos los ciudadanos, sin excepción, pudieran ejercer sus derechos, aprovechar sus habilidades y tomar ventaja de las oportunidades que encuentran en su medio.
Además de suponer un importante ejercicio de apertura, la inclusión conlleva un cambio progresivo en la forma de concebir la diversidad y la forma de relacionarnos. La inclusión promueve en la sociedad la capacidad de tejer redes de colaboración e interdependencia entre todos los niveles y fortalece la democracia.
En nuestras sociedades cada vez más diversificadas, resulta indispensable fortalecer las relaciones de confianza, el diálogo, el reconocimiento mutuo y la cooperación con el fin de garantizar una interacción armoniosa entre personas y grupos con identidades culturales plurales, variadas y dinámicas. El reconocimiento y el respeto a la diversidad y la inclusión, deben ser una responsabilidad compartida entre los Estados, los organismos internacionales gubernamentales y no gubernamentales y la sociedad civil. El trabajo y la participación de todos los ciudadanos harán posible la consolidación de prácticas que favorezcan la inclusión y la justicia social. Cada uno, desde donde nos encontramos, hacemos la diferencia, reconociendo que…