Creo que en más de una ocasión hemos bromeado o discutido con familiares y amigos respecto a las creencias religiosas, particularmente en estos días de la llamada Semana Santa, días de asueto que están asociados a festividades de la iglesia católica y que la mayoría de los ciudadanos mexicanos gozamos como período vacacional, independientemente de que seamos afines o no a estas creencias.
Esta es una muy buena oportunidad para reflexionar que hay temas o situaciones en las que podemos coincidir, beneficios de los que podemos disfrutar o compromisos que podemos asumir, aunque no compartamos del todo ciertas ideologías o formas de entender la vida, este es posible siempre y cuando pongamos por delante el bien común, el respeto a la dignidad de la persona, nuestros valores cívicos como mexicanos y ciudadanos del mundo.
Uno de los principios de las sociedades inclusivas es reconocer a todos sus integrantes como seres individuales, con diferencias de muchos tipos, pero con igual dignidad. Estas diferencias pueden ser de tipo funcional, sea por algún tipo de discapacidad temporal o permanente, pero también como ya le hemos platicado, de origen étnico, políticas, ideológicas, de preferencia sexual y desde luego religiosas, entre otras.
Por buen tiempo, se pretendió rechazar o excluir todo aquello que atentara contra las ideas socialmente establecidas como normales y en esta forma de proceder se vulneraron los derechos de muchas personas, incluso se llegó a escenas muy trágicas de nuestra historia como humanidad. Es importante conocer nuestra historia para reconocer lo que no podemos permitir que ocurra de nuevo.
Pero es igualmente importante formarnos y formar a nuestros hijos en el aprecio a lo diverso y esto puede iniciar conociendo las festividades más importantes de nuestra localidad y de nuestro país. En estos días de vacaciones, visitar los mercados y plazas principales, así como zonas turísticas y arqueológicas puede ser una buena forma de acercarnos a nuestra historia y apreciar lo que nuestros antepasados hicieron por nosotros, pero también para reflexionar lo que nosotros mismos estamos haciendo para las futuras generaciones.
Reconocer nuestros orígenes sin duda alguna que nos fortalece y nos brinda una visión más amplia de lo transitoria que es nuestra existencia y de todo lo que podemos aportar por construir una sociedad más humana, amorosa y compasiva con quienes pueden estar en situación vulnerable.
Quizá podamos tener muchas diferencias, pero lo que nos hace iguales es nuestra humanidad, pongámosla por delante y abrámonos a toda posibilidad, busquemos las formas de “como sí se puede” e intentémoslo, si lo logramos será maravilloso, y si no, podemos seguir sumando esfuerzos, pronto te darás cuenta de somos muchos quienes estamos intentando, y eso también nos hace acerca, nos hace iguales.
Entre diferencias e igualdades… diversidad somos todos.
