Esta ancestral costumbre, que fusiona elementos prehispánicos y católicos, se transmite de generación en generación, adaptándose a los tiempos modernos sin perder su esencia espiritual y familiar que caracteriza a la cultura mexicana.
Redacción | ADN Informativo
Culiacán, Sinaloa. – La celebración del Día de Muertos en México, reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, representa uno de los rituales más emblemáticos y coloridos de nuestra cultura, donde las ofrendas son el elemento central que conecta a los vivos con sus seres queridos que ya partieron.
En hogares, escuelas y espacios públicos, los altares cobran vida con sus múltiples niveles que simbolizan el camino que las almas recorren para llegar al mundo terrenal. Cada elemento tiene un significado especial: el papel picado representa el viento, las veladoras guían el camino, mientras que el agua calma la sed del largo viaje.
«La ofrenda es una muestra de amor y recuerdo hacia nuestros difuntos», explica doña María García, quien por más de 50 años ha mantenido viva esta tradición en su hogar.
«Colocamos sus fotografías, sus platillos favoritos, pan de muerto, flores de cempasúchil y las cosas que más disfrutaban en vida», dijo.
A diferencia de otras culturas donde la muerte se vive con luto, en México se celebra con color, música y sabores. Los altares se adornan con calaveras de azúcar, frutas de temporada y el aroma del copal que, según la tradición, purifica el espacio para recibir a las ánimas.
Esta ancestral costumbre, que fusiona elementos prehispánicos y católicos, se transmite de generación en generación, adaptándose a los tiempos modernos sin perder su esencia espiritual y familiar que caracteriza a la cultura mexicana.
Las ofrendas permanecerán hasta el 2 de noviembre, cuando según la creencia popular, las almas regresan al mundo de los muertos, llevando consigo la esencia de los manjares y el cariño de sus seres queridos, hasta el próximo año.
