OPINIÓN

El símbolo de la mentira

CULIACÁN.- Bien dicen que “cada quien se engaña con la mentira que más le gusta”. La venta del avión presidencial es la gran mentira de AMLO y al parecer también es la mentira que más le gusta escuchar al “pueblo”.

Haciendo un poco de retrospectiva, recordemos que la orden de compra del avión se dio en noviembre de 2011, en el gobierno de Felipe Calderón. Después de la muerte del Secretario de Gobernación, José Francisco Blake Mora, en un helicóptero oficial, se realizó un análisis de seguridad de las aeronaves del gobierno de la República, concluyendo en la necesidad de reemplazar algunas de ellas.

Con un costo estimado de 3 mil millones de pesos, el avión llegó a México en febrero de 2016 durante el mandato del Presidente Peña Nieto, quien en su momento también se planteó la posibilidad de venderlo, pero un análisis de costos hecho por una empresa consultora recomendó no hacerlo ya que su venta representaba una pérdida del 58% de su costo.

Es claro que esta costosa aeronave más que ser una solución terminó convirtiéndose en un problema mayúsculo para el País. Es evidente que con independencia de las razones de seguridad que motivaron su compra, hubo nulo análisis sobre la pertinencia de hacerlo en un país con 50 millones de pobres y en un contexto social cada vez más demandante. Fue una imprudencia pues. Estas consideraciones no fueron ignoradas por Andrés Manuel López Obrador, quien desde su campaña lo convirtió en un símbolo relacionado con los excesos, la frivolidad, el despilfarro y la corrupción de los gobiernos. Encajó perfecto con su discurso antineoliberal, a su público le gustó. Lo convirtió en un lugar común, en una especie de amuleto para sumar simpatías y conseguir aplausos. Por eso una y otra vez prometió venderlo y cuando no pudo, vino el absurdo de la rifa, que de rifa solo tiene el nombre, la cual al parecer también fracasó. El avión se ha convertido en el gran distractor al que recurre Andrés Manuel cada vez que quiere cambiar la conversación pública e imponer su agenda, cuando no por su costo, por su tamaño, por sus lujos y ahora por su nombre.

Ayer pidió que solo se hable del avión, pero lo que tenemos que exigirle es que hable de los 12 millones de empleos perdidos; de las más de 53 mil muertes violentas que van en su gobierno; del aumento de la violencia de género en un 60%; de las más de 44 mil muertes por COVID-19; del decrecimiento económico; de los recursos del FONDEN que su gobierno desapareció (y que vaya y lo explique a la ciudades que en estos momentos están bajo el agua en el norte del País).

Es muy posible que el sexenio de Andrés Manuel termine y la aeronave siga ahí, en el hangar presidencial.

El avión presidencial pasará a la historia como el gran error de Calderón por ordenar su compra, el error de Peña Nieto por haberlo utilizado y -lo que no calculó posiblemente AMLO- es que también puede pasar a la historia como en el gran símbolo sus mentiras. Al tiempo.

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