OPINIÓN

El progresista rector de la Universidad Iberoamericana se pronuncia a favor de la 4T

Los sociólogos, sicólogos y politólogos han estudiado la visión del mundo y de la vida que tienen los seres humanos, es decir, su ideología, y han llegado a la conclusión de que “el ser social determina la conciencia social”. Dicho con otras palabras: dime cómo vives y te diré cómo piensas. Hay pobres que piensan y sienten como si fueran ricos, y uno que otro rico que muestra simpatía y hasta empatía por los pobres.

Viene a cuento está reflexión por una conferencia reciente y atípica del rector de la Universidad Iberoamericana, el sacerdote jesuita David Fernández Dávalos, en que sin rodeos formula una argumentación en pro de los lineamientos fundamentales del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Desde los tiempos del obispo de Cuernavaca, monseñor don Sergio Méndez Arceo, no se daba el caso de que una prominente personalidad  ubicada en el segmento conservador del espectro ideológico declarara su afinidad con posiciones progresistas.

Claridoso, el padre David Fernández se va directo al meollo del asunto. Afirma: “Estas élites… reprueban las decisiones que tienen que ver con los proyectos de la Presidencia y que afectan los intereses de los grandes capitales. Protestan por el fin de la condonación fiscal, por la lucha contra la corrupción, que fue la que hizo despegar a los grandes capitales de hoy, protestan por la cancelación del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, porque había un negocio multimillonario alrededor, por el tema de la refinería de Dos Bocas, porque sustituye las importaciones que también son manejadas por estos grupos, protestan por el control de las compras gubernamentales, porque también de ahí han sido desplazados”.

Y remacha el clavo: “Y pese a que se viene cayendo su popularidad, Andrés Manuel todavía tiene una enorme legitimidad, con una aprobación del 68 por ciento, la cual proviene no tanto de lo que él representa o está haciendo, sino del horror que han significado para el país y para la gente los Gobiernos que le precedieron, es decir, del miedo a regresar a los momentos de saqueo, de corrupción, de racismo, de exclusión, de aumento de la pobreza”.

En cuanto a los contrapesos del Gobierno de la cuarta transformación, el maestro Fernández no los ve en el terreno político electoral, como lo demuestran sus triunfos en Baja California y Puebla, sino en las grandes corporaciones del país, en la prensa y en la televisión, en cuyos ataques detecta tintes clasistas y hasta racistas cuando aluden a los 30 millones de mexicanos que votaron y permanecen fieles a AMLO, a quienes tildan despectivamente como ignorantes manipulables. A falta de argumentos, insultos y descalificaciones.

Su mensaje respecto a política económica es que el Estado tenga una acción rectora. Fortalecer el mercado interno, que mejore la capacidad adquisitiva del salario, cambiando el modelo exportador y extractivo, que agregue valor a los recursos del país. O sea, habló claro, bueno y sustancioso.

Con su conferencia, el padre Fernández Dávalos responde a la tradición legendaria de los misioneros jesuitas que fundaron comunidades indígenas que de manera efímera se emanciparon del dominio colonial, y por eso mismo fueron expulsados por el rey de España en el siglo XVIII. En todo caso, es una toma de posición con la causa de los de abajo, que lo enaltece. Y que no se olvide que el papa Francisco es jesuita.

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