El pitón de La Aurora: un monumento histórico con más de 144 años en Culiacán
Este emblema histórico pertenece al primer ingenio azucarero que se creó en Sinaloa en 1877, detalló el director del Instituto Nacional de Antropología e Historia de Sinaloa.
CULIACÁN. En 1877 se construyó la primera fábrica de azúcar en Sinaloa llamada La Aurora, en lo que hoy se conoce como el sector «Las Quintas», y la chimenea alta y solitaria en medio de un sector de prominentes residencias, es conocida como «El Pitón de La Aurora», uno de los pocos monumentos del siglo XIX que quedan en Culiacán, señaló el director del Instituto Nacional de Antropología e Historia de Sinaloa.
Servando Rojo Quintero, detalló que de esta fábrica ya no queda nada, ni vestigios, pero está íntimamente ligada a los monumentos icónicos de El Pitón de La Aurora y Los Arcos.
Mencionó que este ingenio azucarero fue el impulsor de la economía sinaloense en aquellos años, primero se dio en Culiacán, posteriormente en Ahome y esta chimenea es un símbolo de la ciudad.
«Esto es parte de aquella fábrica de azúcar que se construyó en 1877, después se crearon más fábricas en Los Mochis, Eldorado y Costa Rica, pero esta chimenea es de esa primera fábrica de azúcar».
Rojo Quintero puntualizó que el INAH ha estado tratando de dar a conocer el patrimonio que representan estos monumentos históricos, para que los sinaloenses valoren y puedan conocer un poco más de la historia de su ciudad.
«Nos hace falta difundir aún más estos emblemas, dicen que para valorar lo que tienes debes de conocerlo, pues nosotros tenemos que trabajar más a fondo en eso».
Agregó que durante la revolución mexicana las tropas revolucionarias de Iturbe le prendieron fuego el 31 de mayo de 1911, quedando el ingenio La Aurora convertido en cenizas y desplomada su infraestructura.
El mismo día fue quemada la fábrica de hilados El Coloso, y con ello quemadas las esperanzas del despertar industrial de Culiacán.
De esa historia hoy sólo queda un pedazo de bodega, el pitón, mirando constante al cielo, y los arcos, agonizando en resequedad.
Krystel Bejarano