Parte de la violencia que viven las familias inicia con diversos indicadores que la misma sociedad ha normalizado, viendo la incidencia de este tipo de maltrato, el padre Esteban Robles dijo que solo con que una pareja deje de hablarse durante días es una clara muestra de violencia que afecta a los más vulnerables del hogar: los niños.
Las ganas de continuar con un ritmo de vida parecida a la que tenían cuando estaban solteros es la disyuntiva, la necesidad de querer sobresalir uno del otro influye en la percepción que tienen los hijos de sus padres, explicó.
“No se casan dos personas maduras, a veces veo a esposos y esposas que quieren vivir como si estuvieran solteros, centrarse en sí mismo y olvidar a la familia, tan solo el hecho de vivir con una persona o con hijos debes olvidar la fiesta y hay quienes apartan dinero para ponerse a tomar”.
Indicó que la violencia no nada más son golpes e insultos, sino menospreciar la profesión del otro, minimizar a la pareja por la diferencia de salario son unas de las indirectas que encaminan a un ambiente infeliz para todos los miembros de la familia.
Según el padre, los matrimonios deben comprender que son responsables del desarrollo de sus hijos, aunque tanto el hombre como la mujer deben tener su propia individualidad, los limites deben de estar marcados, pues los objetivos personales que tenían antes de conformar una familia deben de reajustarse para que empiece a generarse un ambiente de paz y armonía en el que los menores absorban la equidad dentro del seno familiar.
