El cierre del ciclo escolar y las prácticas inclusivas en casa
Ya terminó el calendario escolar de 185 días y están por terminar los de 195 y 200
días de clases y con todo este viene después el tan esperado periodo de vacaciones.
A lo largo del ciclo escolar hemos platicado de la importancia de que en las escuela se
hagan los ajustes necesarios para asegurar el aprendizaje y la participación de
TODOS los miembros de la comunidad eductiva, de los maestros, los estudiantes, del
personal, de las familias, de propiciar prácticas que posibiliten que todas las personas,
pero específicamente los alumnos de estas comunidades educativas tengan
experiencias de crecimiento, de aprendizaje adaptadas a sus características, ojo, me
refiero a adaptar las condiciones de las escuelas para dar respuesta a dichos casos y
no al revés como, aplicando así los principios de la Inclusión Educativa.
Pero qué pasa cuando estamos en vacaciones y los chicos, nuestros hijos están en
casa. Sin duda que en cada familia se generarán dinámicas muy intensas y muy
interesantes pues al tener a los hijos durante 8 o 10 horas extras al día pronto
queramos encontrar algunas formas para mantenerlos ocupados y entretenidos. Y
aunque ponerlos a limpiar su habitación o apoyar en algunas labores del hogar puede
ser una buena opción, esto no será suficiente.
Sugirá entonces la interrogante ¿a dónde lo llevo o a dónde lo inscribo para que se
mantenga activo o qué podemos hacer para que haga “algo de provecho” estas
vacaciones? De entrada es importante reconocer que este es un receso de las
actividades cotiniadas de clases pero que durante este tiempo también se pueden
desarrollar otro tipo de actividad, otro tipo de experiencias distintas a las escolares
que sean del agrado o interés de sus hijos.
Por su puesto que estará la tentación de que si su hijo quizá no es el más brillante
hablando de los resultados escolares, usted piense que habría de inscribirlo en unas
clases de regularización y esto seguramente podría ser algo positivo pero desde la
visión del adulto. Considere lo siguiente: qué tan cómodo o atractivo será para su hijo
o hija revivir esa dinámica que pudo ser frustrante y desagradable, de nuevo en
vacaciones. Ahora que lo ve de este modo, quizá entonces no sea tan buena idea.
Particularmente pienso que hay que buscar diversas formas de equilibrar la parte
formal de las necesidades escolares y el relax de las vacaciones y procurar que sus
hijos vivan otro tipo de experiencias, otros acercamientos a cosas que sí les pueden
generar una satisfacción, en donde se puedan sentir competentes, capaces de tener
logros.
Nuestra tarea como padres de familia será entonces estar muy abiertos, receptivos y
escuchar lo que nuestros hijos opinan y juntos rescatar esas habilidades, esas
cualidades de cada uno de ellos y encontrar igualmente juntos cursos o talleres,
establecer una agenda actividades diversas que responda a las características y
necesidades que cada miembro de la familia tiene.
Vivir la inclusión es una práctica que también debe estar presente en casa,
reconociéndose mutuamente, abriendo espacios democráticos de comunicación en
donde se tomen en encuenta las opiniones de todos y que todos tenga voz y voto de
acuerdo a su edad. Una sociedad inclusiva se construye desde familias inclusivas.
Y tenga presente que en las escuelas, en vacaciones y en las familias… Diversidad
somos todos.