Al menos 80 personas murieron en los últimos tres días en Filipinas como parte de la campaña antidrogas impulsada por el presidente Rodrigo Duterte, en el periodo más sangriento desde que empezó la lucha contra las organizaciones criminales.
La policía mató a por lo menos 13 personas en la capital de Filipinas en la tercera noche de una escalada en la guerra despiadada contra las organizaciones delictivas vinculadas al tráfico de drogas.
Antes de este incidente, 67 personas habían muerto y más de 200 fueron detenidas en Manila, así como varias provincias adyacentes, en lo que los agentes han denominado un «gran momento» para acabar con los delitos relacionados con el consumo de estupefacientes.
De acuerdo con el reporte oficial, en las provincias de Manila y Bulucán fueron lanzados 84 operativos y arrestadas 179 personas.
Las fuerzas de seguridad incautaron durante la ofensiva varios kilogramos de metanfetamina y marihuana y más de una treintena de armas de fuego.
Una de las prioridades declaradas por Duterte durante su gestión pasa por abordar la paz y el orden en el archipiélago, línea en la que situó su cruzada contra los narcóticos.
Dichas promesas lo llevaron a ocupar el cargo de jefe de Estado en junio de 2016 y a alcanzar una alta popularidad entre los filipinos, pese a la crítica internacional desatada.
