MÉXICO

Uno de cada 100 mexicanos padece autismo

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) en México y en el resto del mundo, el 1 por ciento de la población padece de autismo; el cual es complejo, porque pertenece a los trastornos del neurodesarrollo y se caracteriza por alteraciones en la comunicación desde etapas tempranas. Además, los niños se ven impedidos para establecer un contacto con el exterior, sostuvo la investigadora con especialidad en Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Jacqueline Cortés Morelos.

“No existe un factor que lo precipite, es multifactorial y tiene un alto índice de heredabilidad; todos los trastornos del espectro autista tienen esta condición muy alta, casi de 100 por ciento”, comentó por motivo del Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, que se conmemora este 2 de abril.

“Viven en su propio mundo, entonces, al crecer adquieren pocas herramientas de neurodesarrollo, que son habituales para los demás infantes. Pueden llegar a carecer de comunicación verbal, y no verbal; no ofrecen respuestas a señales; tienen movimientos repetitivos (manerismos): se mecen, aletean o acarician su cabello”, indicó.

También se les dificulta expresar sus emociones, ser empáticos, receptivos o tener conductas enfocadas a la supervivencia.

Por ejemplo, golpean la mesa, el plato, el garrafón de agua para solicitar alimento o saciar su sed. Si tienen cambios en su ambiente, tienden a agitarse porque todo se les hace extraño; en consecuencia, tienen conductas desadaptativas que expresan con llanto, gritos o agresiones.

Aunque el autismo puro es un trastorno que no se cura, existen métodos de adaptación y aminoramiento, como psicoterapias y medicamentos que pueden lograr mejor calidad de vida, sobre todo en lo social y en lo afectivo.

Este trastorno puede ser detectado a partir de la etapa de lactante, cuando el niño ya tiene ciertas conductas sociales, como la denominada ‘sonrisa social’, o cuando el bebé ríe o juega con otras personas. 

Incluso alrededor de los ocho meses tienen algo conocido como ‘jerga’ y hablan sin decir palabras; todavía no pueden frasear, pero balbucean (agu-agu-agu) constantemente. Los autistas no lo hacen, no entablan una interacción, lo ideal es que en cuanto los padres identifiquen dichos comportamientos, acudan con un especialista en psiquiatría infantil (paidopsiquiatra), que se responsabilice del diagnóstico y el tratamiento.

Con información de NTX

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