Hay entidades de la República con poblaciones tildadas de “Estado Fallido”, si se toma en cuenta la definición de “inoperancia absoluta del Gobierno”. En Puebla esta situación empieza a revertirse hoy que el Estado ha recuperado el monopolio legítimo de la fuerza abandonado durante décadas en cerca de 30 municipios donde se roba combustible de los oleoductos. Y el “Santo Niño Huachicolero” falló… no les hizo el milagro a los ladrones.
Porque Puebla es la entidad con una mayoría de tomas clandestinas, mismas que han aumentado en los últimos 25 años en un elevado porcentaje, conforme a las cifras de Beatriz Hernández Galván, del Instituto Politécnico Nacional y José Ignacio Montero Vieira, dadas a conocer por el Instituto de Estudios Estratégicos de España:
Explica Montero Vieira en su trabajo “El robo de combustible en México en el contexto del narcotráfico: Una vía alternativa de financiación”:
Hoy la mayoría se ubica en 32 municipios de Puebla.
“Los oleoductos normalmente se encuentran enterrados a una media de 2 metros de profundidad. Por ello, proceden a realizar el robo por la noche, cuando nadie les ve ni les oye. Con la retroexcavadora abren una zanja hasta ver el oleoducto. Al contar con un trabajador de Pemex en sus filas, éste les comunica cuando lleva combustible el oleoducto. Por ello lo que se hace es “pincharlo”, es decir, perforarlo. Hecho esto sueldan una tubería, colocan una válvula y llaves de paso. Antes de que el combustible comience a pasar por el oleoducto, colocan una manguera de alta presión, abren las llaves de paso y llenan uno o varios camiones cisterna”.
El desangramiento para el país no sólo es económico, sino político, dimensión que asegura está íntimamente relacionada con la anterior. “La escalada de robos contribuye, más aún si cabe, a proyectar una imagen muy negativa de México en el exterior, de un país atractivo para invertir pero que a la vez conlleva muchos riesgos e inconvenientes”, precisa.
Con información de El Sol de México
