¡ESCENARIO!

El ‘hombre-araña’, juzgado en Francia por el robo de obras de arte

El juicio al presunto ladrón de cinco obras de maestros de la pintura en el Museo de Arte Moderno de París en 2010, uno de los más espectaculares de los últimos años, comenzó este lunes en Francia.

El botín, compuesto por obras de Picasso, Matisse, Modigliani, Braque y Léger, y estimado en unos 100 millones de euros, nunca apareció.

En el sector del hampa apodan a Vjeran Tomic como ‘hombre-araña’, un ingenioso ladrón de 49 años, con quince condenas como antecedente, que sin dificultad logra sustraer de lujosos pisos de los mejores barrios de París joyas y obras de arte.

Tomic fue detenido en 2011. Confesó el robo del museo, pero nunca dio los nombres de quienes se lo encargaron.

Poco antes del inicio de su audiencia en el tribunal correccional de París, ante los periodistas que le hacían preguntas, respondió, con una sonrisa de oreja a oreja: «¿Qué papel desempeñé? Arsène Lupin», afirma, en referencia al ladrón de guante blanco que aparece en las famosas novelas de detectives del escritor francés Maurice Leblanc.

A su lado comparecen dos hombres, entre ellos uno de sus contactos regulares. Ambos están acusados de encubrimiento.

 

Un robo de película

El robo se produjo durante la madrugada del 20 de mayo de 2010. A las 03H30 locales, la temperatura en el Museo de Arte Moderno de París cayó bruscamente. Tras desatornillar un ventanal de plexiglás y cortar el candado de una reja corrediza, un hombre ingresó al recinto.

El vídeo, de mala calidad, no permitió identificarlo. La silueta pasó de una sala a otra, para detenerse delante de ‘Naturaleza muerta con candelabro’, de Fernand Léger.

El ladrón arrancó la seguridad antirrobo del cuadro sin que ninguna alarma se activase. Audaz, continuó su ‘visita’ al museo.

Tomic dijo a los investigadores que quería robar el Léger y que no creía poder llegar hasta el vestido amarillo de ‘La mujer del abanico’, de Amedeo Modigliani.

No obstante, la suerte le sonrió y se animó a descolgar ‘Le Pigeon aux petits pois’, de Pablo Picasso, ‘El olivo cerca del estanque’, de Georges Braque, y ‘Pastoral’, de Henri Matisse, todas obras que le «gustan».

Un botín estimado por la alcaldía de París, propietaria de los cuadros, en casi 100 millones de euros, y en más de 200 millones por algunos expertos.

 

«Nada funcionaba»

Esa noche en el museo, los tres guardias no vieron nada. Los detectores de movimiento fallaban desde hacía dos meses y las alarmas que debían activarse al romperse un vidrio estaban fuera de servicio. En resumen, «nada funcionaba», según uno de los agentes de seguridad.

Una información anónima permitió a los investigadores seguir la pista de Tomic, de 1,90 metros de estatura y conocido por su talento para hurtar obras de arte.

Una persona vio su silueta atlética merodeando alrededor del museo los días previos al robo. Su teléfono móvil, o el de uno de sus allegados, fue detectado en la zona cuando se produjo el robo.

Las escuchas y la vigilancia permitieron reconstruir sus pasos tras el robo: su teléfono fue detectado cerca de una estación de trenes de París y luego en un estacionamiento en el centro de la capital. Es allí en donde supuestamente le dejó las obras a un cómplice. Un segundo cómplice confesaría luego que guardó las obras un tiempo para luego deshacerse de ellas, tirándolas a la basura.

Una tesis que no convence a los investigadores. Las obras son invendibles, los artistas son muy conocidos y el robo tuvo mucha prensa, pero es difícil imaginar que se renuncie para siempre a la mirada de ‘La mujer del abanico’ o a la paloma de Picasso.

En vano, la Interpol, la organización policial internacional, difundió a sus 188 países miembros fotos y descripciones de las cinco obras.

Con información de AFP

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