OPINIÓN

Juan Gabriel 

*Su vida tan expuesta y comentada, nuestras anécdotas con él y su lamentable partida

CDMX.- Juan Gabriel, el más grande intérprete y compositor mexicano, se ha ido tras una vida difícil que lo marcó, pero su música lo llevó al éxito. Fue  referencia en «Escena de pudor y liviandad», del escritor Carlos Monsiváis que lo definió como un  fenómeno de «letras reiterativas y pegajosas, melodías presibles», que habría que  agregar, lo mismo se escuchan en bodas,  quince años, fiestas en general, conciertos, parrandas y cantinas, que en la cotidianidad de la vida real.

El famoso escritor dedicó en su libro un capítulo a la vida de Juan Gabriel, a quien describió así: «el compositor más famoso de México,  es un joven amanerado a quien se le atribuyen indecibles escándalos», reconociendo más allá de «lo que se ve y no se juzga» el talento innegable de quién forma parte de la música popular.

Curiosamente Monsiváis fue uno de los pocos escritores que no se opuso dentro de los muchos que si lo hicieron, previo a la presentación que el Divo de Juárez tuvo hace algunos años en el máximo recinto cultural de este país: Palacio de Bellas Artes.

Tras el  anuncio de su muerte el pasado domingo no se ha dejado de hablar de lo que serán los actos fúnebres o el último adiós del famoso intérprete, cuyas cenizas ya se supo están en poder de sus deudos, que radican en el vecino país del norte, y que tal como lo anunciaron esta semana vía un comunicado de prensa, las cenizas serán trasladadas a este su país natal mañana sábado y será a partir de las 17:00 horas que el osario o urna donde se guardan las cenizas del cantante, sea expuesto a la vista de todos.

Según se informó  las cenizas de Juan Gabriel serán llevadas primero a Ciudad Juárez, donde las autoridades han dispuesto un homenaje póstumo donde el público podrá estar presente.

Posteriormente sus  cenizas serán trasladadas al Palacio de Bellas Artes donde las autoridades del INBA han dispuesto que a partir de las 15:00 horas  (hora centro) del lunes, las puertas de dicho recinto serán abiertas al público en general que de manera ordenada deberá ingresar al lugar.

Asombrado ante el impacto que generó tal deceso el también escritor e investigador mexicano Enrique Krauze definió «un despliegue similar de amor y dolor que no había visto desde la muerte de Pedro Infante o de Jorge Negrete».  Y recalcó que a ese mediano elenco pertenece Juan Gabriel.

Se habla pues, de la muerte del más prolífico cantautor mexicano, que lo mismo conquistó con su música no sólo a este su país sino también más allá de las fronteras pues sus más de mil 800 canciones registradas fueron traducidas en varios idiomas (incluyendo ruso, inglés, francés, turco y japonés), convirtiéndolo  así en el cantautor mexicano más cantado en el mundo.

Imposible no hablar de la oportunidad que tuvimos de conocer de cerca al famoso cantautor allá por el año 2000, cuando recordamos fue invitado a amenizar con su música el cierre de campaña del sinaloense Francisco Labastida, candidato del PRI en ese entonces, a la Presidencia de este país.

Luego de culminar su presentación, Silvia Urquidi, quien ese tiempo fungía en algo así como su manager, nos invitó a conocerlo de cerca por lo que nos fuimos con ella al hotel donde se hospedó él artista. Y fue ahí minutos más tarde de haber cantado en un acto multitudinario que vimos frente a frente a Juan Gabriel.

Recuerdo clarito cuando en la suite presidencial de ese hotel nos recibió el cantante y nos invitó a cenar con él. Esto, insisto fue gracias a que Silvia Urquidi, a quien conocí con la desaparecida Lola Beltrán, me llevó de su mano a pasar todos los filtros de seguridad que resguardaban en dicho lugar al famoso cantante. Fue así pues como conocimos en cena privada en esa suite que ocupó esa noche el intérprete quien me dejó ver al ser gran ser humano que había detrás del nombre de Juan Gabriel. Siii conocí al mismísimo y auténtico Alberto Aguilera Valadez y créanme que me maravillé de su trato amable no sólo para conmigo, una perfecta desconocida infiltrada en esa habitación por Urquidi sino con todos quienes ahí nos encontrábamos (dos de sus músicos, una persona más que desconocí quien era, Silvia y yo).

Así pude disfrutar de una amena charla sobre el show que minutos antes había ofrecido, sobre lo que nos había parecido y sobre lo bien que anímicamente él se sentía a pesar del calorón que se dejó sentir ese día en Culiacán, donde es muy normal que la temperatura ambiente este arriba de los 32 grados siiiii ¡para achicharrar a cualquiera! Obvio, no a Juan Gabriel que cuidando del esfuerzo al que había sometido a su garganta esa noche.

No activó el clima de la habitación y aquello era algo así como una sauna, por decir, lo menos.

Pero eso no importó a quien aquí escribe, pues ante todo estábamos ante el mismísimo Juan Gabriel. A quien disfrutamos conocer fuera de los reflectores como la persona sencilla que fue.

A Silvia ya no la volví nunca más hasta ahora que estuvo en el Palacio de Bellas Artes, donde el martes se suponía iba realizarse el acto fúnebre, cosa que no sucedió por las medidas que tomaron sus deudos de estar en privacidad viviendo su duelo.  Y llevando a incinerar su cuerpo en la más completa intimidad. Quizá como suponemos el quizá deseo fuera su última voluntad. No lo sabemos.

Pero volviendo a lo vivido con el cantante les cuento una anécdota más… fue años después cuando el mazatleco Julio Preciado se lanzó como solista, dejando de pertenecer a Banda el Recodo y  lo invitó a apadrinarlo en una presentación ahí en su natal Mazatlán. Ahí recuerdo que ofreció Julio una conferencia de prensa donde llegó acompañado de Juan Gabriel y aquello se volvió la locura. Todos deseamos preguntar a Juan Gabriel tantas cosas, que al final solo dio oportunidad de hacer unas cuantas preguntas y que ellos emprendieran la retirada, no sin antes yo, lanzarle la pregunta a grito de todo pulmón al Divo de Juárez: ¡¿Cómo está Juan Gabriel en estos momentos, con pareja o sin pareja, mujer o hombre?!

Y ante el asombro de todos, él detuvo su paso y se paró en seco volteando hacia el lugar de dónde había venido la pregunta, es decir, ¡de mi lugar! donde yo estaba parada en ese momento, entre cámaras de televisión y compañeros que con micrófono en mano buscaban lo mismo que yo: la nota con Juan Gabriel. Él me busco con la mirada y me descubrió y, entonces me señaló, como referiendo tú me preguntaste, pues ahí te va la respuesta.

Y Siii ¡lo logré! pues JuanGa no sólo se paró a responder mi pregunta sino que se acercó a mí e hizo movimientos sugerentes para decir lo que dijo  entre carcajada y carcajada: ¡lo que se ve no se juzga!, dijo, acto seguido se volteó apresurando el paso y junto a Preciado se retiraron de uno de los salones del Hotel Costa de Oro, donde en esa ocasión se llevó a cabo la conferencia de prensa.

Obviamente que todos quienes ahí nos encontrábamos reímos con él, al momento, de verlo mover su cintura y sus manos en ademán característico, aceptando quizá con ello, lo que saltaba a la vista de todos.

Claro que después de eso, las bromas hacia mi persona entre los colegas de la fuente no se hicieron esperar al tiempo que todos reímos. Y como no hacerlo, si JuanGa se prestaba para eso y más, quizá ahí la naturaleza de su encanto, el ser así como era, único e irrepetible.

Así una más de mis anécdotas con quien lamentablemente se nos adelantó en el camino que todos alguna vez  habremos de recorrer, unos antes otros, después… ¡Corte y zas!

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