¡ESCENARIO!

El salón donde bailaron Cantinflas y Frida Kahlo corre riesgo de desaparecer

Las flautas y timbales del danzón callaron el pasado 22 de marzo en este inmenso espacio de 2 mil metros cuadrados y paredes rosadas ubicado en la humilde colonia Guerrero, barrio de la capital mexicana, debido al cierre de locales decretado por las autoridades

Dicen que quien no conoce el salón Los Ángeles no conoce a México. Esta mítica sala de baile, frecuentada entre otros por Frida Kahlo y Cantinflas, corre ahora el riesgo de desaparecer por la crisis del coronavirus y borrar más de ocho décadas de historia colectiva del país.

Las flautas y timbales del danzón callaron el pasado 22 de marzo en este inmenso espacio de 2.000 metros cuadrados y paredes rosadas ubicado en la humilde colonia Guerrero, barrio de la capital mexicana, debido al cierre de locales decretado por las autoridades.

Ya han pasado demasiados meses desde que se apagaron los icónicos neones del salón y su dueño, Miguel Nieto, se ha visto obligado a lanzar una campaña para pedir fondos a fin de frenar la agonía de este histórico espacio, que debería cumplir 83 años en agosto.

«En efecto, es posible que tengamos que cerrar. Si la campaña hace que aguantemos lo suficiente hasta que podamos abrir, pues no cerraremos y presentaremos un nuevo salón acorde con el siglo XXI», cuenta a Efe Nieto, cuyo abuelo fundó el lugar en 1937.

El incierto futuro del salón navega en un abanico de posibilidades, como vender el local, convertirlo en un museo o seguir operando con espacios limitados y vetando los bailes en pareja.

«Claro que es muy difícil que cuando uno está en la fiesta, se porte bien y siga la regla, porque el arte del baile es ser libre y esa libertad puede propiciar contagios», admite el dueño.

Los problemas financieros del salón Los Ángeles vienen de lejos, puesto que las nuevas generaciones ya no se sienten tan atraídas por el vaivén del danzón, el mambo, la cumbia, la salsa y el chachachá.

El salón ha subsistido gracias a los ingresos por rodajes de películas, series y videoclips, y no por el irrisorio precio que pagan las parejas de adultos mayores que acuden a bailar los martes y domingos por la noche.

Los más fieles al salón son los pachucos, hombres que se visten con extravagantes trajes, sombreros con plumas y zapatos bicolor para representar a la comunidad mexicana que vivía en Estados Unidos en los años 30, pero eso no basta para pagar a los 25 trabajadores del local.

«Podríamos subir los precios y mejorar la oferta gastronómica y convertirlo en un cabaret como los de París, pero eso nos eliminaría del mercado popular, que es lo que nos ha forjado. Es un lugar de encuentro totalmente democrático», explica.

 

Con información de El Imparcial

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