Revalorar el rol actual de los maestros
Estas condiciones de asilamiento, nos han llevado a una forma distinta de relación de los niños, niñas y adolescentes con sus escuelas y con sus maestros. Esto mismo ocurre con las familias de los alumnos, particularmente con sus padres o tutores, ya que esta dinámica de aprendizaje en casa, demanda un especial involucramiento de los mismos en el desarrollo de las actividades escolares y la recolección de evidencias del mismo.
Los alumnos, pero quizá más lo padres, han tenido que aprender el uso de plataformas educativas emergentes, el manejo de los celulares o tabletas para fines educativos y de trabajo, la instalación y uso de apps (aplicaciones), entre otras habilidades digitales. Pero también han requerido de hacer uso o desarrollar habilidades sociales como la comunicación efectiva entre todos los implicados en este proceso (alumnos/hijos, los padres y los maestros), la tolerancia, la paciencia, la organización de los tiempos, el respeto de acuerdos y el seguimiento a los compromisos.
Muy probablemente algunos de nosotros, como padres de familia, estamos aprendiendo cosas nuevas a través de nuestros hijos y, por otra parte, los maestros nos estamos dando cuenta de que si podemos contar con los padres para muchas más cosas.
Quizá esto yo lo pueda ver con más facilidad porque tengo la fortuna de formar parte de estos dos grupos, el de los padres y el de los maestros, y es por esto que quiero hacer un llamado a la reflexión de toda la sociedad para revalorar el rol que tienen los maestros en el desarrollo de nuestra vida como nación.
Por años, quizá poco más de tres décadas, se ha instaurado en nuestra conciencia colectiva una imagen errónea, distorsionada de la figura del maestro en la sociedad, muchas veces asociada a temas de la política o de la “grilla” para ganar más sin trabajar o trabajando poco. Pero como podemos ver actualmente, ser maestro de educación básica, no es cubrir un horario en el que se “cuida o entretiene” a los alumnos, es mucho más complejo que eso.
Es atender características muy distintas de cada alumnos, respetando sus ritmos y estilos de aprendizaje, haciendo los ajustes para los que requieren de más apoyos o enriqueciendo con actividades para los más avanzados; es utilizar formas adecuadas de comunicación, incluso en ocasiones hasta ser un intento de psicólogo para atender a aquel que se le observa triste o inquieto, o para motivar a aquel otro que dice que no puede; es revisar los trabajos de cada uno e intentar darles retroalimentación para que sigan mejorando; es dedicar tiempos extras para planear, revisar tareas, calificar exámenes, recopilar evidencias del propio trabajo, capturar calificaciones, entre otras actividades administrativas.
No puedo negar que existen maestros que no son ejemplo de lo que describo, pero estoy convencido de que somos muchos, muchísimos más lo que se sí tenemos un compromiso por la educación de nuestras generaciones presentes y futuras.
A los maestros, por nuestra parte, nos alcanzó la necesidad de incorporar las herramientas digitales para realizar nuestra labor, a algunos nos ha constado un poco más de esfuerzo, pero sin duda, que después de todo esto, nuestras escuelas, nuestras clases y nuestra educación en el país ya no podrán ser iguales. Nos estamos redefiniendo, estableciendo nuevos lazos de verdadera colaboración con los padres, a los que, por cierto, a veces también veíamos como nuestros “enemigos u opositores”.
La revaloración del rol del maestro es una tarea que ya empezó en nosotros, los maestros de las escuelas, no de los dirigentes ni de los políticos, pero que requerirá del respaldo de la sociedad, de los padres que nos estamos dando cuenta, de que ser maestro requiere de vocación. Pero también de los demás sectores, como los medios de comunicación, que difunda la otra imagen del maestro, la que quizá no vende, pero que es la real, de los que dan su mejor esfuerzo día con día, para aportar a la formación de nuestros futuros ciudadanos.
En está contingencia, el valor del maestro se puede notar con mayor claridad, al igual que el valor de muchas otras profesiones o actividades productivas de la gente que sale de sus casas para hacer que nuestra sociedad no se paralice. Cada uno, usted que lee esto y yo, estamos haciendo lo propio, desde donde estamos y a nuestro estilo, hagamos nuestra aportación para que podamos salir adelante de esta crisis, recordando que… Diversidad Somos Todos.