Infantilización hacia las personas con discapacidad
En este mes de abril en el que se celebra el día del niño quiero compartir algunas reflexiones sobre la forma en que en ocasiones nos dirigimos o tratamos a las personas con discapacidad.
En las últimas décadas ha estado cobrando fuerza la idea de que para modificar realmente las condiciones de vida de las personas con discapacidad hay que modificar sustancialmente la construccio?n cultural que a lo largo de los siglos hemos venido amasando.
En occidente al menos esa construccio?n tiene mucho que ver con el pensamiento que vincula el valor de las personas con su capacidad cognitiva, el rendimiento académico y su nivel de raciocinio. Por otra parte esta la capacidad de adaptación al entorno en condiciones consideradas como normales. Entonces, cualquier persona que quede por debajo de estos estándares socialmente establecidos será considerado inferior, deficiende, discapacitado o sin capacidad y muchas otras formas que conocemos de segregación.
La propagación de estereotipos, imaginarios sociales y, sobre todo, de respuestas actitudinales han perpetuado ciertos modos de concebir a las personas en situación de discapacidad, en los que se da por hecho que permanecen infantes durante toda la vida. Independientemente de la edad, lo más común es que se les vea como sujetos carentes de raciocinio, y por ende, desprovistos de autodeterminación.
Esto pasa en las escuelas, en las familias y en la sociedad en su conjunto y estas actitudes infantilizadoras se ven expresadas en el lenguaje que utilizamos y que regularmente es en diminutivo con adjetivos como “el cieguito”, “el enfermito” y muchos otros itos o en la intención del mismo lenguaje utilizando palabras como si fueran niños muy pequeños, como especie de mimos.
También podemos encontrar estas actitudes infantilizadoras en la sobreprotección extrema relacionada la mayoría de las ocasiones con el temor de que sufran algún daño o con la falsa de idea de que “ellos no pueden hacer las cosas solos” y requieren de mucha ayuda.
Es importante reconocer que en primera, todas las personas requerimos apoyos durante alguna etapa de la vida y ante algunos aspectos específicos y que estos pueden ser transitorios y otros pueden llegar a ser permanentes, como podría ser una prótesis o el uso de lentes.
Las personas con discapacidad, según sus características, también requerirán apoyos, pero debemos tener claro que la intención de esos apoyos tendría que ser que en un momento, lo más corto posible, dejen de ser requeridos o que sean en menor escala, por que de lo contrario estaremos generando una dependencia.
Finalmente, tenemos que hacer conciencia de que el ciclo de la vida es el mismo para todos, que el tiempo transcurre por igual para todos, cumplimos años y nos vamos haciendo viejos y con ello tenemos intereses y necesidades diferentes, según la etapa de la vida en la que estemos, y no debiera entenderse diferente para las personas con discapacidad, esto también incluye el tema de la sexualidad.
Es por respeto a la dignidad humana, sólo imaginemos si a nosotros adultos nos gustaría que nos trataran como niños, que se nos subestimen las posibilidades, que se nos resten las experiencias y las oportunidades de éxito. Tratemos a los otros como nos gustaría ser tratados.
Así que, entre niños o adultos con o sin discapacidad… diversidad somos todos.